
Durante mucho tiempo se ha vivido en una sociedad patriarcal donde la violencia
ejercida contra la mujer ha persistido y persiste en un alto porcentaje de casos oculta,
lo que ha provocado su perpetuación hasta hoy día. Esta violencia tiene su origen en
concepciones ideológicas patriarcales, definiendo el patriarcado según la antropología,
como un “sistema de organización social en el que los puestos clave de poder (político,
económico, religioso y militar) se encuentran, exclusiva o mayoritariamente, en manos
de varones.
La mujer queda excluida de la sociedad,
permaneciendo en el ámbito doméstico con el propósito de realizar las tareas del hogar
y el cuidado de sus hijos, mientras que a los hombres les pertenecen los bienes
materiales de la familia y sus miembros, trabajan fuera del hogar y están menos aislados
socialmente. El papel del marido ha legitimado históricamente su autoridad y dominio
sobre la mujer, fomentando su dependencia económica y respaldando el uso del
maltrato para controlarla.
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